Gracias a su deseo de dejar atrás su legado genético… y a una belleza de ojos azules llamada Rachel Reilly, ahora Jack Sawyer tenía un hijo. Sabía que no tenía derecho alguno a jugar a ser padre, pero tenía la intención de asegurarse de que aquella mujer a la que acababa de conocer era una buena madre.
Rachel no sabía que Jack era el donante de esperma gracias al cual se había quedado embarazada. Sólo sabía que cada vez que veía a aquel guapísimo hombre todo su cuerpo reaccionaba de un modo completamente nuevo para ella.
Pero, ¿qué haría Rachel cuando descubriera que aquella atracción no era lo que los había unido?