Cassidy Malone se describía a sí misma como una profesora de aspecto corriente, ligeramente gordita. Nada que ver con las estrellas de Hollywood. Desgraciadamente, ahora tenía que trabajar con el magnate de la industria del cine y antiguo novio suyo, Will Ryan.
Una vez había firmado un contrato para escribir tres guiones, en un torbellino de juventud y confianza. Ocho años después, mientras escribía el último guión con Will, su diabólica sonrisa y su encanto letal le hicieron anhelar la seguridad de su colegio en Irlanda.