Gina Hudson había viajado a Atenas a saldar una vieja deuda, eso no incluía caer en los brazos, y menos en la cama, del hombre de confianza de su enemigo. Pero no había contado con el poder de Mikos Christopoulos. Lo que Mikos Christopoulos esperaba y exigía a sus amantes era sexo sin ataduras; enamorarse nunca era parte del trato. Seducir a Gina era una cuestión de negocios, pero la misión pronto se convirtió en un verdadero placer. Por eso se llevó a Gina a la casa que tenía en una isla paradisíaca donde pasarían dos semanas de pasión. Al principio creía que Gina sería la amante perfecta… pero cuando las dos semanas llegaron a su fin se dio cuenta de que deseaba tener a aquella mujer en su cama durante el resto de su vida…