Hipnotizado por su belleza e inocencia, Steve Antonelli rescató a Robin McAlister y la acogió en su isla desierta. Robin era demasiado joven para el experimentado detective de homicidios, pero sus dulces besos despertaron sus sentimientos más profundos. Aun así, no era posible que se convirtiera en el marido de nadie. Hasta que los hermanos de Robin decidieron intervenir y le entregaron personalmente una invitación... ¡a su propia boda!